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El mito de los 5 Soles.

Según a lo establecido por la cosmogonía azteca, el origen de todo aquello que existe en el mundo se viene derivado de, hasta el momento, 4 ciclos temporales, cíclicos, caracterizados por el dominio de una divinidad determinada y donde existe una creación y una destrucción que afecta a las distintas humanidades que se han turnado.

De Juan Carlos Fonseca Mata - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=80020016

Se establece así una dicotomía entre un elemento divino y un elemento mortal, pero también entre la vida y la muerte. Estas dos dimensiones se ven directamente vinculadas en el momento de la realización del sacrificio, ya que el panteón azteca, sin dejar de estar conformado por dioses que poseen características de inmortalidad y poderes sobrenaturales, es un panteón muy humanizado, donde, al igual que los propios humanos, sienten emociones como envidia, amabilidad, codicia, etc… Y como humanizados que son, necesitan alimentarse, y esta necesidad se perpetúa por medio de la realización de los distintos sacrificios, que realmente consisten en el reencuentro de la esencia divina que ha creado a los humanos, con las divinidades. El fenómeno del sacrificio también otorga a los dirigentes mexicas la fuerza espiritual de aquellos guerreros tomados como prisioneros para ser posteriormente eliminados

La materialización del origen del cosmos azteca es visible en la Piedra del Sol o el Calendario Azteca, que consiste en un almanaque, como su propio nombre indica, pero también es una brújula al representar los cuatro puntos cardinales. Centrándonos en el tema que nos concierne, en el centro del conjunto esculpido en basalto, se representa el Génesis Azteca. Emplearemos a partir de ahora elementos gráficos para comprender mejor la materia.

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1-De El Comandante - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7631738 (modificamos la imagen subrayando los elementos que son de mayor importancia)
2- Aztec Calendar CC BY 4.0 de Henry Chi (las siguientes imágenes son capturas de el trabajo publicado en Sketchfab.com).

En un tamaño más reducido, enmarcado en figuras cuadradas, se nos representan las 4 eras cósmicas previas a la 5ª creación. Eras donde existía humanidad, animales, plantas, y donde los dioses ya ejercían su poder con el fin de ser venerados por su propia obra, es decir, por los humanos.

La divinidad Ometeótl es una figura dual donde se concentran las esencias divinas de Ometecuchtli y Omecíhualt, conformando así al Dios de toda la Creación y de la Vida, aunque se podría decir que esta vida fue otorgada por la obra de esta divinidad primogenia, Tonacatecuchtli, dios de la fertilidad, y Tonacacíhuatl, diosa del sustento.

De estas dos figuras, símbolo de fertilidad y otorgantes de vida, surgen las cuatro divinidades que regirán las distintas eras cósmicas mexicas: Tezcatlipoca, Huiztilopotchli, Tláloc y Xipe Tótec.

Cabe indicar, primeramente, que existen diversas fuentes que narran este mito, compartiendo una idea común, aunque con elementos diferentes, como es la denominación de las eras e incluso el número de eras. La primera de las etapas o Soles se representa en el glifo superior derecho, y consiste, según lo recogido en Historia de los mexicanos por sus pinturas, en la creación de un sol brillante por medio de la obra de Tezcatlipoca, configurando el Ocelotonatiuh o Sol Jaguar, un sol que se mantendrá iluminado mediante el ascenso de este dios al cielo para iluminar a todo aquello que había sido creado durante 676 años. Dentro de la obra de los dioses, encontraríamos a la humanidad, dividida en macehuales y en gigantes.

El fin de este “reinado” de 676 años se dará cuando Quetzalcóatl ascienda al cielo para derribar a Tezcatlipoca, quien se transformará en Jaguar y convocará al resto de estos felinos para acabar con toda la humanidad existente hasta el momento.

Ocelotonatiuh 

De esta forma, se establece el segundo Sol o Ehecatonatiuh, donde Tezcatlipoca, enfurecido por lo que había hecho Quetzalcóatl, acosaba constantemente a estos nuevos humanos que habían sido creados en un instante en el que  se vivía un momento de paz, prosperidad y abundancia, logrando, finalmente, tras los 676 años en los que se prolonga la era de Quetzalcóatl, destronar a la serpiente emplumada. No obstante, el triunfo de Tezcatlipoca va acompañado de un cataclismo provocado por la caída de Quetzalcóatl, que produce un enorme huracán que deriva en la extinción de casi la totalidad de la humanidad. Aquellos humanos que habían sobrevivido se habían convertido en chimpancés.

                                                         

                                                                         Ehecatonatiuh         

El nuevo dios que se erigirá al sol será Tlaloc, dios de la lluvia y del agua, permitiendo devolver la vida a aquellas tierras que habían quedado desiertas tras el último cataclismo. No obstante, el sol Quiauhtonatiuh se desarrollará a lo largo de 364 años hasta que Quetzalcóatl y Tezcatlipoca comienzan a conspirar contra Tlaloc. Además, en este momento, se recoge que los humanos habían perdido respeto por los dioses y por aquellos valores y aspectos morales que se les habían impuesto.

                        
                                                                                                Quiauhtonatiuh

Así, la tradición indica que Quetzalcóatl convocó a Hueueteótl-Xiuhtecuhtli para pedirle la destrucción de aquella humanidad, de forma que este dios se convirtió en un volcán cuya lava, fuego y cenizas que acabarían con la vida creada, aunque algunos humanos sobrevivieron convirtiéndose en guajolotes o pavos.

El nuevo sol será entregado a Chalchiuhtlicue, una diosa que está muy relacionada con Tlaloc, siendo su contraparte femenina, y durante el Cuarto Sol o Atltonatiuh provocó un gran diluvio que había inundado todo el mundo, provocando que los macehuales se convirtieran en peces.

No obstante, algunas tradiciones indican que Tezcatlipoca había advertido a dos humanos llamados Tata y Nene, de la inundación que estaba planeando la diosa Chalchiuhtlicue. Así, les encomendó la tarea de refugiarse en el interior del tronco de un árbol, y que entre los dos devorasen una mazorca de maíz. Una vez finalizada la orden que les había impuesto el dios, el diluvio había finalizado, por lo que salieron del tronco y se alimentaron de unos peces próximos al lugar en el que se encontraban, provocando la furia del dios, quien los castigaría convirtiéndolos en perros.


Atltonatiuh

Sea como fuere, ya no quedaba ningún humano o macehual en la faz de la tierra. Ante esta problemática, los dioses se plantean la posibilidad de viajar al Inframundo o Mictlán para recuperar los huesos de aquel primer macehual. El protagonista que realizará esta expedición será Quetzalcóatl, quien conseguirá reunir los huesos de este primer humano, pero Mictlantecuhtli persigue a la serpiente emplumada para evitar que consiga escapar con los huesos, aunque únicamente logra fragmentarlos.

Pese a los daños que había hecho el señor del Inframundo, Quetzalcóatl logra, realizando un autosacrificio consistente en la punción de su pene, arrojar la sangre que comenzó a salir de su herida para otorgarle vida a aquellas figuras de hueso que había modelado.

Así acabaría oficialmente el sol de Chalchiuhtlicue, y los dioses otorgan Nanahuatzin y a Tecciztécatl el deber de emerger como nuevo sol. Cuando todos los dioses se reúnen en Teotihuacán para ver como nace un nuevo sol, Nanahuatzin realiza su tarea al lanzarse a la hoguera acompañando del águila. Después de sacrificarse, Tecciztécatl no aparece, y Nanahuatzin emerge como un Sol que permanece inmóvil (algo que causa la sorpresa de todos los dioses), y pide a las divinidades presentes que realicen sacrificios para que inicie su movimiento. Ante las demandas del sol, Huitzilopochtli y Tezcatlipoca (entre otros), se arrojan a la hoguera divina para lograr que el nuevo sol, Tonatiuh, inicie ya su movimiento. 

Es en este momento en el que Tecciztécatl aparece en escena, ya con la hoguera extinguida, pero pide que sea arrojado al cielo. Una vez es lanzado a los cielos, su viaje concluye en aquella zona que no queda iluminada por el sol, en las oscuridades de la noche, por lo que emerge así como la Luna.

El mito corona así con este nacimiento del 5º Sol o Tonatiuh, era cósmica en la que vivimos actualmente, la era del Sol de Movimiento, una era que está destinada al colapso mediante el movimiento del propio planeta, es decir, mediante terremotos.


                                                                                                Tonatiuh

Como podemos ver, si habéis leído el artículo relativo a Coyolxauhqui, hay mucha información que difiere de lo aquí narrado, ya que vemos que según este mito, Huitzilopochtli no nace de Coatlicue. Otras fuentes, por ejemplo, representan a Tecciztécatl como un dios cobarde, cuyo miedo hizo que otros dioses se burlasen de él y que no pudiese erigirse como el nuevo sol. Todo lo que se explica procede de distintas tradiciones, por lo que sí, muchas veces la información resulta contradictoria, o bien existen distintas versiones del mismo hecho.

Iago Pereira López













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