En 1959 un pequeño grupo de pescadores llegaron a las Islas Galápagos junto con unas cabras con la intención de poder asentarse en el lugar. Sin embargo, dado que las condiciones eran ciertamente desfavorables y luego de una difícil estancia decidieron tomar la mejor decisión: marcharse.
Por desgracia no se percataron de que habían cometido un pequeño error, pues una cabra macho y dos hembras se les habían escapado. Como ya habían zarpado no entraba dentro de sus planes volver a la isla solamente por 3 animales, por lo que "lo dejaron pasar".
Por desgracia nadie sospecharía que cerca de 20 años después 40.000 cabras estarían campando a sus anchas en estas islas y la acción de especies invasoras fue uno de los motivos, según Ana Sancho (del Programa de Control de Especies invasoras) para que el Archipiélago haya sido incluido en la lista de patrimonios en peligro. Para entonces la vegetación de la isla de 60 kilómetros de largo estaba quedando devastada. Y lo que es peor: especies autóctonas completamente irreemplazables estaban al borde de la extinción, como es el caso de la famosa Tortuga Gigante de Isla Pinta, que ya había sido cazada desde el siglo XIX como fuente de carne: el último ejemplar (llamado Solitario George) fue encontrado en 1971. Así que en 1997 se puso en marcha la Operación Isabela con el objetivo de limpiar de cabras las tres islas afectadas.
En esta operación Ecuador declaraba una guerra abierta hacia estos bóvidos, que en un principio se basaban en equipos de cazadores y soldados con ametralladoras desde helicópteros, lo que redujo drásticamente sus números. Sin embargo no era suficiente, pues era necesaria una exterminación completa, pues si solo dejaban unas pocas, estaba claro que sus números volverían a crecer.
Por último, y dado a las complicaciónes sobre encontrar a todas las cabras (pues eran muy buenas escondiéndose) iniciaron la llamada "operación Judas", que consistía en poner un collar radiotransmisor a por lo menos 600 cabras, que serán liberadas en diversos lugares estratégicos de la isla. Dado que las cabras son naturalmente gregarias, los individuos con collar buscarán los rebaños restantes, conduciendo así a los cazadores hacia su objetivo, llegando en casos de incluso tirar pequeños misiles para terminar con grandes grupos.
Finalmente en el año 2006 y contabilizando más de un total de 796 horas de vuelo invertidas en cacería aérea se logró declarar estas islas libres de cabras. Muchos pensarán que esto fué un trato cruel, sin embargo fue totalmente necesario para salvar la biodiversidad de la isla en la que Charles Darwin ideó su obra El origen de las especies.
Iago Manuel González Morenza
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