Primero de Mayo de 1985, Kosovo. Un hombre llamado Đorđe Martinović (un granjero serbio de Kosovo, la región de mayoría musulmana de la república yugoslava) de por aquel entonces 56 años ingresaba al hospital con una dolencia un tanto peculiar. El motivo de la molestia era una botella de 500 mililitros metida en el recto. Esta se había partido en pedazos y necesitaba una intervención médica urgente. Poco sabía este hombre que esto generaría uno de los mayores efectos mariposas que daría lugar al inicio del fin de Yugoslavia, la nación Frankenstein invetada por el mariscal Tito. Ante el motivo de cómo habíallegado a parar ese objeto a su esfínter, Martinovic se empeñó en que aquello había sido obra de dos albanos, que le atacaron y sodomizaron con la citada botella cuando trabajaba en su terreno. Comenzaron a atenderlo cuando de repente apareció el coronel del ejército yugoslavo, que pidió hablar con el afectado en cuestión en privado. No se sabe de qué hablaron aque
Iago Pereira López